Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
reloj de sol
POETIZAR la palabra, hallar la densidad de su cuerpo celeste. Esto es lo que viene haciendo, últimamente, el cantautor Pablo Guerrero: detenerse en el fondo de las cosas, palpar la latitud de su desgaste y encontrar un sentido magmático del mundo. Resulta muy curiosa esta evolución, desde los poemas hechos música, en unos cuantos discos que fueron visionarios en la canción popular de los setenta, hasta la palabra poética de ahora. La diferencia estriba en que el poema, desprovisto de música instrumental, ya sólo cuenta con su propia melodía interior: es en ese momento cuando cada palabra se desvela mucho más sonora y contundente, henchida de matices, de dobleces, y la mera inflexión de la voz en el aire alumbra los sentidos que atesora, su batería de sonoridad.
Esta tarde se presenta, en el café Libertad 8, en Madrid, el libro Pablo Guerrero. En este ahora, editado por El Páramo. Ya se presentó en Córdoba, y ahora llega el turno de Madrid. Había que hacer esta presentación en Madrid porque Pablo Guerrero ha sido mucho y es mucho en Madrid, ha sido mucho y es mucho en ese mismo escenario recoleto del Libertad 8. Todavía quedan unos cuantos lugares con leyenda, con esa mítica antigua que pudo ser el Gijón, cuando lo era, ocupado por aquellas reuniones de escritores presididas, en ocasiones, por el poeta cordobés Manuel Álvarez Ortega. En toda tertulia se va a escuchar a alguien, y en España ha habido una larga tradición de escritores jóvenes dispuestos a escuchar a sus maestros, como pasó también con Ramón Gómez de la Serna en el Café Pombo, dentro y fuera del cuadro de Gutiérrez Solana.
A Pablo Guerrero le vienen escuchando, desde hace mucho tiempo, varias generaciones de jóvenes letristas. Le ha ocurrido, que se sepa, con Quique González, con Ismael Serrano y Javier Álvarez, seguramente tres de los más reconocidos en los últimos años. El segundo el produjo un hermoso disco de colaboraciones, Hechos de nubes. Homenaje a Pablo Guerrero, que supuso su descubrimiento para una nueva generación. Con Javier Álvarez grabó Guerrero Álvarez, uno de los mejores discos, por la delicadeza de las letras y la profundidad de campo de la música, de los últimos años.
Ahora acaba de grabar una canción con Manuel Cuesta para su próximo disco. Pablo Guerrero, que tiene nuevo libro de poemas inédito entre manos, ha publicado también, últimamente, el espléndido libro de poemas, con resonancias magnéticas, de una tierra adentro convertida en mixtura personal, Los cielos tan solos. Ha sido un acierto de El Páramo editar este libro sobre él, y también presentarlo en la sala Libertad, donde la palabra y la música forman la madera caldeada de las conversaciones. Los cielos están ahora menos solos con esa voz de gruta guareciendo su propia calidez. Seguro que será una buena noche.
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